Bereczky Erzsébet (szerk.): Imre Madách: La Tragedia del Hombre. Ensayos sobre las di versas puestas en escena del drama (Budapest, 1987)

Dr. Ferenc Kerényi: Un poema dramatico húngaro para al teatro universal

UN POEMA DRAMÁTICO HÚNGARO PARA EL TEATRO UNIVERSAL (Imre Madách: La Tragedia del Hombre) Resulta algo paradójico el hecho de que una de las obras más conocidas de la literatura húngara, La Tragedia del Hombre, tra­ducida a 29 idiomas, haya sido escrita entre 1859 y 1860 en un pequeño y apartado pueblo de la Hungría histórica. La mansión de los Madách no era la única en la compiña de Hungría, en donde el terrateniente, después de regresar de sus labores cotidianas, podía retirarse a la calma de su rica biblioteca y de su archivo familiar de varios siglos. El origen de los Madách se remonta a los comienzos del siglo XIII, y la familia tenía motivos de estar orgullosa de sus tradiciones, ya que en su árbol genealó­gico nos encontramos jefes militares, poetas, masones y todos eminentes. Imre Madách (1823—1864) poeta de la Tragedia, se familiarizó con la lectura aún siendo un niño: leía libros alemanes, franceses, latinos y griegos en sus respectivas lenguas, sin omitir, por supuesto a su idioma materno, el húngaro. Escribió su primer manuscrito a la edad de cinco años y medio: un poemita de dos versos escrito en francés en saludo al santo de su padre. El futuro poeta tenía tan sólo 14 años cuando comenzó sus estudios univer­sitarios. Corría el ano de 1837 y los mejores hijos de la nobleza húngara encabezaban el movimiento liberal, que habiendo re­conocido a partir de lecturas y de experiencias personales el rumbo del progreso histórico, se había propuesto como objetivo sacar a Hungría de su atraso medieval y elevarla al nivel de la Europa Occidental de la época. Los jóvenes de esta generación, ante los cuales no existían barreras lingüísticas, leían, devoraban toda obra que sirviera a su enriquecimiento intelectual y al progreso social: economía clásica inglesa, teoría del estado francesa, filosofía ale­mana y, naturalmente, literatura: las creaciones del romanticismo triunfante que se hallaba en pleno auge. Se entusiasmaban constan­temente por nuevos y nuevos ideales, como el héroe de La Trage­dia del Hombre, Adán; buscaban las formas razonables de la acción 9

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