Bereczky Erzsébet (szerk.): Imre Madách: La Tragedia del Hombre. Ensayos sobre las di versas puestas en escena del drama (Budapest, 1987)

Dr. Ferenc Kerényi: Un poema dramatico húngaro para al teatro universal

mas dramáticos de alta calidad artística. La mayor resistencia fren­te a la obra — cuyas secuelas son perceptibles incluso hoy en día — se registraba en Berlín y en el área germanoparlante, donde Madách era considerado como un epígono de Goethe. No resultó afortunado para la acrrera posterior de la Tragedia el que el tra­ductor al alemán de las representaciones de Hamburgo, Viena y Berlin, Lajos Dóczi, era el mismo que había traducido anterior­mente al húngaro el Fausto, motivo por el cual asimiló sin querer los giros lingüísticos de Goethe en el texto alemán de la Tragedia. Las nuevas aspiraciones teatrales que surgían en Europa a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX significaron una ruptura radical con el meiningenismo. Gordon Craig y Max Rein­hardt, abandonando el naturalismo, concibieron el espacio escénico de forma simbólica o estilizada. La escenografía se desarrollaba hacia un escenario abstracto, de decorados-símbolos, con fuertes rasgos arquitectónicos, que utilizaba conscientemente los elementos de la asimetría y de la disarmonía. Según nuestros conocimientos actuales, el director del montaje de la Tragedia en Praga en 1909, el checo Jaroslav Kvapil, fue el primero que rompió con las rígidas tradiciones del historicismo y el que en base de las experiencias de sus montajes de obras de Shakespeare, llevara a escena la obra de Madách en un espacio simbólico-filosófico, en el espíritu de las nuevas aspiraciones teatrales. En Hungría fue el primer gran director teatral en abordar la obra de Madách no con la praxis de actor sino con una moderna preparación teórica. Ya a la edad de 24 años criticó la concepción de la Tragedia como libro ilustrado según el meiningenismo, y en 1900, con solamente 27 altos de edad, analizó en un extenso artículo la concepción de los montajes húngaros de la Tragedia habidos hasta aquel entonces. Reconociendo ampliamente los méritos de Paulay como pionero y considerando la Tragedia como una obra que se podía y se tenía que representar, estimó que el defecto principal del meiningenismo radicaba en que con sus decorados igualmente espectaculares no establecía diferencias entre el marco mítico de la obra y el sueño de Adán frente a la historia real y objetiva. Cuando en 1908, a la edad de 35 anos, Sándor Hevesi obtuvo 25

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