Bereczky Erzsébet (szerk.): Imre Madách: La Tragedia del Hombre. Ensayos sobre las di versas puestas en escena del drama (Budapest, 1987)

Dr. Ferenc Kerényi: Un poema dramatico húngaro para al teatro universal

también el Teatro Nacional de Budapest ofreció una represen­tación de la obra en lengua húngara. En 1892 un aristócrata húnga­ro, el conde Miklós Eszterházy ofreció 40 000 forintos - veinte veces más que la suma de la cual disponía Paulay - para los de­corados de la mencionada presentación vienesa del teatro munici­pal de Hamburgo, que fueron confeccionados en base a los dibujos de Mihály Zichy en el taller de Viena del célebre pintor de decora­dos Kautzky-Rottonara. Este juego de decorados — trece cortinas de fondo pintadas en perspectiva - contribuyó en diversas va­riantes al éxito de. la Tragedia en Hungría y en Europa Centro­­oriental. Fue utilizado por última vez en el ano de 1911, en la ciudad húngara de Debrecen. El lujoso montaje requerido por el meiningenismo are muy costoso, por tanto el interes económico exigía que el marco escénico de la representación fuese tomado del escenario de un estreno precedente. Así tuvo lugar, gracias al éxito de la exposición mundial de Viena, el estreno en el Teatro Nacio­nal de Praga (1892) y también en el Lessing Theater de Berlin (1893). Más tarde, los decorados de la función praguense fueron prestados a Plzen y a Brno (1904, 1905) y, a su vez, la represen­tación del Kaiseijubilaeum-Theater de Viena de 1903 fue tomada por la componía de Cracovia. La carrera mundial de una obra teatral no consta exclusiva­mente de marchas triunfales. Su acogida depende, en gran medida, de la cultura teatral y literaria, de las tradiciones del país receptor, de la coyuntura política. La censura de Viena, por ejemplo, le reprochó a Madách el tratamiento libre de la historia bíblica, a pesar de que en el montaje de la compañía hamburguesa, en su debut en Viena, las palabras finales del Sefíor fueron completadas con una visión, en la que la figuera de la Virgen María apareció como símbolo de la futura redención. Asimismo en Viena el censor ordenó que en la escena de París la Marsellesa no tuviera más que un papel indicador de la época. En 1892 el himno de la revolución francesa provocó una manifestación teatral y luego callejera en Praga, que en aquella época se encontraba bajo la férula de la Monarquía Austro-Húngara, donde tras un largo tira y afloja el ministro de interior prohibió la función. En Cracovia la acogida favorable de la Tragedia se vió dificultada por el hecho de que la literatura polaca había producido un gran número de poe-24

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