Bereczky Erzsébet (szerk.): Imre Madách: La Tragedia del Hombre. Ensayos sobre las di versas puestas en escena del drama (Budapest, 1987)
Dr. Ferenc Kerényi: Un poema dramatico húngaro para al teatro universal
asistir a la famosa producción de Paulay que llevaba ya cinco años en cartelera, desistió por fin en su propósito de montar la obra. La visión sobre la historia de Madách, las escenas relativamente breves y el hecho de que los personajes fueran solamente históricos en parte, no correspondían a las concepciones ortodoxas del meiningenismo. El estreno de la tragedia formó parte de la corriente dual de la política escénica de Paulay, quien buscaba con grandes ambiciones dramatúrgicas y de dirección los valores de la literatura húngara aptos para ser llevados a escena, al tiempo que se dedicaba con igual consecuencia y meticulosidad los grandes poemas dramáticos de la literatura universal. Al estreno de la Tragedia siguió en 1887 el del Fausto de Goethe y el del Manfred de Lord Byron para concluir la serie en 1888 con el Nathan del Sabio de Lessing. Según su propia confesión Paulay se convenció de la representabilidad escénica de la Tragedia en enero de 1883, después de ver la triología de Fausto del Burgtheater de Viena. Para montar el drama de Madách habia que hacer un espectáculo cuya duración no sobrepasara las tres horas y media. De los más de 4100 versos de la Tragedia, Paulay conservó 2650, dividiendo la obra en un preludio y cinco partes. El preludio estaba constituido por los tres primeros cuadros, entre los cuales los cambios eran indicados por cortinas de tul en forma de nubes. La primera parte comprendía Egipto y Atenas, la segunda Roma y Bizancio, la tercera las dos escenas praguenses y París, mientras que la cuarta la constituía la escena londinense. La quinta parte constaba del falansterio, el paisaje glacial — en donde se pronunciaban las frases más importantes de la escena cósmica omitida — así como el cuadro final, que se desarrollaba fuera del Paraíso. Algunas abreviaciones tuvieron motivos escénicos. No se llevó a escena, por ejemplo, el desfile del mundo creado ante el Sénor, el cual se representaba en el primer cuadro por un triángulo - el ojo de Dios — y en la última escena sus palabras se escuchaban de boca de los arcángeles. Del mismo modo fueron eliminadas las escenas de la caída del faraón y de la destrucción de Roma, así como la escena que tiene lugar en el cosmos. La suerte más interesante le tocó al cuadro octavo, cuyo escenario es Praga. Fiel 21