Folia Theologica et Canonica, Supplementum (2016)
Antonio Ma Rouco Varela, “Santa Teresa de Jesús: Doctora de la Iglesia para la Iglesia de hoy”
36 ANTONIO Ma ROUCO VARELA mado el primer Estado nacional moderno12 y en una sociedad intensa y crecientemente configurada por el ideal de una verdadera renovación de la Iglesia y por la conciencia de la responsabilidad misionera de llevar el Evangelio al Nuevo Mundo recién descubierto. Sociedad y pueblo se fundían en una vivencia común de la fe, de la piedad, de la esperanza y de la caridad cristianas recibidas y practicadas en el seno de la Iglesia inequívocamente católica. Sus primeros Reyes, Isabel de Castilla y Femando de Aragón -los Reyes de la unidad política-, recibirían del Papa Alejandro VI el título de Católicos en 1496 y en ningún momento de la historia ulterior de la nueva Monarquía española desfallecería la fidelidad al Sucesor de Pedro y a la Iglesia de Roma. Moriría Teresa en 1582, tras una larga y fecunda biografía de mujer creyente y consagrada a Dios, reconocida por sus hijas y por el pueblo cristiano unánimemente, con fama de santidad, reinando el Rey Felipe II, el Rey para quien el título de “Católico” constituía la expresión de una apelación constante a su conciencia de monarca y gobernante creyente. Un Rey a quien le atormentaba la posibilidad de que sus súbditos pudiesen perder el alma13. La experiencia, vivida por santa Teresa de Jesús, de la presencia, del amor y del trato con Dios sigue un curso de interiorización y de unión con Él -Padre, Hijo y Espíritu Santo- ininterrumpidamente desde 1533-1534 -años de su entrada en el Carmelo pese a la oposición de su padre- hasta que muere en Alba de Tonnes, el 4 de octubre de 1582, declarándose hija de la Iglesia. Fue una muerte de amor, como bien expresó san Juan de la Cruz, su más querido discípulo e hijo: “consumida por la llama de amor viva, se rompió la tela del dulce encuentro con Dios”14. Se trataba de una historia de vida de oración que ella, en 1562, año de madurez espiritual sin retorno y de fundación de su primer convento de la reforma, “San José”, con la mirada retrospectiva de los veintiocho años transcurridos desde que la hubiera iniciado, caracterizaba en el “Libro de la vida” c.8, 3 del modo siguiente: “así, que si no fue el año que tengo dicho, en veinte ocho años que ha que comencé oración, más de los dieciocho pasé esta batalla y contienda de tratar con Dios y con el mundo. Los demás que ahora me quedan por decir, mudóse la causa de la guerra, aunque no ha sido pequeña; más con estar, a lo que pienso, en servicio de Dios y con conocimiento de la vanidad que es el 12 Cfr. Mesnard, P., L ’essor de la Philosophic politique au XVI’ siècle, Paris 1951.24-34. Rouco Varela, A. M., Staat und Kirche im Spanien des 16 Jahrhunderts, München 1965. 75-124, y España y la Iglesia Católica. Madrid 2006. 21-37. 13 Véase Io que escribe sobre él Schneider, R., Philipp II oder Religion und Machi, Frankfurt/M- Hamburg 1960. 56: “Er ist König für das Jenseits. Leben und Zeit sind nichts; der zeitliche Tod ist nichts, wenn er das Leben in der Ewigkeit erkauft. Das ist namenlose Angst, die ihn foltért: Dass Seelen verloren gehen könnten; dass Volk, das er dem Herrn entgegenführen soli, abirret vom Weg”. 14 San Juan Pablo II. Plegaria aTeresa de Jesús ante su sepulcro en Alba deTormes, 1 de noviembre de 1982, en Conferencia Episcopal Española (ed.), Juan Pablo II en España, 44.