Folia Theologica et Canonica, Supplementum (2016)
Antonio Ma Rouco Varela, “Santa Teresa de Jesús: Doctora de la Iglesia para la Iglesia de hoy”
“SANTA TERESA DE JESÚS: DOCTORA DE LA IGLESIA PARA LA IGLESIA DE HOY" 37 mundo, todo ha sido suave, como diré después”15. En efecto, después de esa primera etapa de su vida de oración, la de “esa batalla y contienda de tratar con Dios y con el mundo”, Teresa, en la crisis de su madurez física y espiritual, sin dejar de debatirse con las tentaciones del demonio, avanzará por el sendero más plácido de “la oración que llaman de quietud” y, luego, por el tercer grado de la oración de unión en la que “muchas veces -se ve ella a sí misma-(...) como desatinada y embriagada en ese amor, y que jamás había podido entender cómo era. Bien entendía que era Dios (...)” (Libro de la vida c.16, 2) hasta llegar al cuarto y último de “los arrobamientos” y “éxtasis”. La Santa “balbucea” como puede el cómo y el momento indescriptibles de “cuando levanta Dios el alma con un vuelo del espíritu” y, no menos, cuando intenta aclarar “la diferencia que hay de unión espiritual a matrimonio espiritual” (Moradas Sextas c.5; Moradas Séptimas c.2). “Estaba yo pensando cuando quise escribir esto, acabando de comulgar y de estar en esta misma oración que escribo, qué hacía el alma en aquel tiempo. Díjome el Señor estas palabras: Deshácese toda, hija, para ponerse más en Mí. Ya no es ella la que vive, sino Yo. Como no puede comprender lo que entiende, es no entender entendiendo” (Libro de la vida C.18, 14). Los ecos de “la teología negativa” en este texto “teresiano” son inequívocamente perceptibles. Bien se explica su letrilla que llevaba consigo la Santa en el Breviario al morir en Alba de Tormes: “Nada te turbe./ Nada te espante./ Todo se pasa./ Dios no se muda/ la paciencia todo lo alcanza/ quien a Dios tiene nada le falta./ Sólo Dios basta”16; o el poema que comienza con: “Alma buscarte has en mí/ y a mí buscarme has en Ti”; o el de: “Vivo sin vivir en mí/ y tan alta vida espero/ que muero porque no muero”. 5. En ese itinerario espiritual que conduce a Teresa al estado de la contemplación amorosa del misterio de Dios, Uno y Trino, que habita en su alma con una inmediatez y plenitud que desborda toda su capacidad de expresión, la “sacratísima Humanidad” de Cristo juega un papel teológica y experiencial- mente singular: ¡único! La Santa aleja de sí muy pronto la tentación de pensar que pudiera ser prescindible, incluso dañina, para llegar a la unión contemplativa con la Divinidad. Opinión muy extendida entre los círculos de “alumbrados” que, bajo la influencia de teorías pseudomísticas de sospechoso origen intelectual y moral, había hecho acto de presencia en medios populares y eclesiales -sin excluir los de los monjes y monjas- de aquella España de los grandes horizontes religiosos y de los grandes ideales apostólicos y misioneros que los nutrían de contenido. La Santa confiesa con palabras conmovedoras cómo vivió ese momento tan delicado en la tantas veces inefable andadura de su vida de consagrada: “¡Oh, qué mal camino llevaba, Señor! Ya me parece iba sin 15 Santa Teresa de Jesús, Obras completas (ed. por el Tomás Álvarez, P.), Burgos 2011 .'6 86, nota 6. 16 Santa Teresa de Jesús, Obras completas, 1368.