Bereczky Erzsébet (szerk.): Imre Madách: La Tragedia del Hombre. Ensayos sobre las di versas puestas en escena del drama (Budapest, 1987)
Dr. Ferenc Kerényi: Un poema dramatico húngaro para al teatro universal
en Atenas y en Roma, en otras tantas figuras históricas encarnadas por Adán. Los intereses superiores de la comunidad están representados por los ciudadanos atenienses muy fáciles de influir - que eran antiguos esclavos liberados — y luego la masa aparece en el silencioso grupo de los cristianos arcaicos. Tal forma de representar el papel de las masas populares y la acentuación de su volubilidad, tiene su origen, sin duda alguna, en los datos biográficos e históricos de la vida y de la época de Madách: en la gran desilusión liberal que Madách y su generación padecieron a raiz de la gesta libertaria de 1848—49, en las amargas lecciones históricas de la masa que no entiende a sus profetas e incluso se vuelve contra los mismos. De tal manera, los tres cuadros que se desarrollan en la Antigüedad plantean la problemática predilecta y manida del romanticismo, es decir los conflictos del héroe solitario, aunque, al mismo tiempo, Adán es también el Hombre, el representante de la humanidad. El desengaño sufrido por Adán a causa de los esclavos liberados y de las instituciones aparentemente democráticas de la antigua Atenas, es seguido por una evasión al éxtasis de la Roma imperial. Algo similar ocurre tras el cuadro VII, que presenta la visión de la „cruz sanguinaria”. Aquí, bajo el disfraz del astrónomo Kepler, Adán quiere refugiarse en la torre de marfil de la ciencia. Los cuadros VIII y X, que tienen lugar en la corte praguense de Rodolfo de Habsburgo, sirven de marco para la culminación ideológica de la obra, la escena de la revolución francesa, en la que Adán aparece desempeñando el rol histórico de Danton. Si bien el ideal de libertad igualdad - fraternidad, con las dudas liberales de la revolución que consume su propia base de masas - Danton es condenado a muerte por Robespierre y Saint-Just, bajo la influencia de las masas populares — se inserta en la cadena de las grandes ideas históricas destrozadas, resulta ser, no obstante, la única tríada ideológica que no es abjurada por Kepler al despertarse del sueño: ¡Ah, qué cuadro sublime se me ofreció a la mirada! ¡Aquel que no ve el divino destello en el cieno y 15