Hitünk, 1977 (25. évfolyam, 1-12. szám)
1977-07-01 / 7-9. szám
1 NUESTRA IE ^ HITÜNK XXV. ^ 7-9.. APOCALIPTICA Y PRONECIA El profeta siempre halla en su propio nombre; todos los escritos apocalípticos, excepto el Apocalipsis que encontramos en el Nuevo Testamento, son pseudónimos; es decir, están escritos bajo nombres asumidos que ocultan la verdadera identidad del autor. Se los ponía, por lo general, en la boca de las grandes personalidades del pasado, de manera tal que aparecieran como palabras de Noé, Enoc, Isa ías, Moisés, los Doce Patriarcas, Baruc. Hay algo de patético en todo esto. Los hombres que redactarron los escritos apocalípticos sentían que ya no ha bía grandeza posible en este mundo; desconfiaban de sí mismos hasta el punto de no firmar sus obras con sus verdaderos nombres; se los atribuían a las gran des figuras del pasado, como sí al actuar de ese mo do pudieran conferirles una autoridad que ellos mis mos jamás llegarían a poseer. Tal como Jüliisher afirmara, "la apocalíptica es una profecía avejentada, senil". Según ya lo hemos dicho, la literatura apocalíptica responde a un esquema fijo; pretende descri bir las cosas que sucederán en los últimos tiempos de este mundo, y las bendiciones que serán derramadas por Dios, después; las mismas imágenes aparecen repetidas en todos los libros de este género. Se los elabora, por así decirl^, con el mismo stock de materiales; y estos materiales también aparecen en nuestro libro del Apocalipsis. Valdría la pena enumerar, de manera sucinta, los materiales básicos de la apocalíptica. ’(Continuará)