Hitünk, 1977 (25. évfolyam, 1-12. szám)

1977-04-01 / 4-6. szám

XXV« NUESTRA PE 9 7 7 1 HITÜNK Pentecostés APOCALIPTICA Y PROPECIA En cierto sentido el profeta era un optimista, pues aun cuando condenaba el estado presente de las cosas, creía que éstas podían ser mejoradas, aceptai do los hombres la voluntad y los mandamientos de Píos. Pero para el apocalipticista el mundo estaba más allá de toda posibilidad de remiendo 5 estaba to­talmente entregado al mal y lo dominaba el mal. El apocalipticista creía en la disolución de este mun­do, no en su reforma. No esperaba que este mundo fuera re-creado, sino en la creación de un nuevo mundo, cuando el mundo viejo fuera hecho pedazos por la ira vengadora de Líos. En un cierto sentido, en­tonces, el apocalipticista era un pesimista, porque no creía que pudiera curarse la presente enfermedad del mundo. Es cierto que estaba seguro de la edad de oro por venir, pero tal cosa era sólo después de la destrucción total de todo lo que conocemos. El mensa je de los profetas era hablado; se lo comunicaba de boca a oído; el profeta enfrentaba a los hombres con un mensaje de parte de Líos, asumiendo personalmente la responsabilidad por lo que decía. El mensaje del apocalipticista siempre era entregado en forma escri ta. La apocalíptica era un género literario. Si se la hubiera trasmitido verbalmente nadie hubiera en­tendido nada. Es difícil, complicada, muchas veces ininteligible; debe analizársela y pensársela muy bien antes de poder comprenderla. (Continuará)

Next

/
Oldalképek
Tartalom