Bereczky Erzsébet (szerk.): Imre Madách: La Tragedia del Hombre. Ensayos sobre las di versas puestas en escena del drama (Budapest, 1987)
Dr. Ferenc Kerényi: Un poema dramatico húngaro para al teatro universal
libre de Szeged: no hallaba una relación orgánica entre el escenario y la pieza y él, que siempre respetaba mucho el teatro de Madách, temía que la producción decayera en nivel a un nuevo tipo de meningenismo. Mientras en Hungría los partidarios del teatro conservador y moderno libraban una aguda lucha dentro de la concepción de misterio, y en el festival de Szeged la Tragedia se representaba como tal, en 1934, en los escenarios del Burgtheater vienés la obra de Madách lograba un resonante éxito internacional. El director Hermann Röbbeling había montado la Tragedia en el marco del ciclo titulado „La voz de los pueblos en el arte dramático”. Al abreviar el texto, trató de eliminar sobre todo los pasajes que mayor parentesco tenían con el Fausto de Goethe. La representación duró tres horas y media, con un solo intervalo. Röbbeling distinguió claramente los cuadros de fondo y la visión histórica y preparó una auténtica coreografía para las escenas masivas. Adán fue interpretado por el primer actor dramático del teatro, Paul Hartmann, que en vez de ser un galán encamaba al hombre luchador. Como su contrapartida, Maria Eisel era una Eva sumamente femenina. Por su estilo, se distinguía mucho de ellos Lucifer, interpretado por Otto Tessler, de 70 afíos de edad, quien con su carácter demoníaco representaba una escuela anterior. En cuanto a la escenografía, Röbbeling utilizó un conjunto de estrados que en varios cuadros conformó un plano oblicuo, recurrió a efectos de iluminación espectaculares y en el mundo mecanizado del falansterio dejó visible el puente de iluminación, o sea, una parte del aparato escénico. Independientemente de Röbbeling y como fruto de desarrollo autónomo, Árpád Horváth realizó en la temporada de 1936—37 del teatro de Debrecen el montaje húngaro más avanzado de la Tragedia en aquella época. Horváth había sido anteriormente director del Teatro Nacional y precisamente en torno a la interpretación de la Tragedia había tenido acalorados debates con el entonces comisario gubernamental del Teatro Nacional. Utilizó un escenario giratorio de 13 metros de diámetro, y el conjunto de plataformas y la cortina circular formaron un espacio escénico simbólico, de efecto monumental. Empleó un nutrido coro y 28