Bereczky Erzsébet (szerk.): Imre Madách: La Tragedia del Hombre. Ensayos sobre las di versas puestas en escena del drama (Budapest, 1987)
Dr. Ferenc Kerényi: Un poema dramatico húngaro para al teatro universal
la sangre es un ciego! Parejamente sublimes eran el crimen y la virtud, ambos estaban marcados con el sello de la grandeza. En el cuadro XI que se desarrolla en Londres y al que podemos considerar como el símbolo del siglo XIX, Madách llega a su propia época. Por ello termina la escena con una danza macabra que, con la severidad de los autos sacramentales medievales juzga a todos los personajes del „bazar de las vanidades”, excepto a Eva: ¡Abismo, puedes abrirte cuando quieras! ¡No pienses que tu noche me da horror! A tí no baja más que un polvo ínfimo, de la tierra nacido....!En mi nimbo victorioso mi vida prosigo! También es una particularidad del poema a la humanidad de Madách el haber prolongado las líneas de fuerza históricas hasta el futuro, en los cuadros del XII al XIV, lo que para el analista de hoy significa ya el presente. Puesto que ya está dado el texto de la Tragedia, aquí se acumulan nuevas y apasionantes posibilidades para director, escenógrafo y actor, a la hora de reflejar lo histórico y su mensaje actual. En el cuadro XIII Madách traza el modelo de la sociedad technificada, basándose en las ideas del utopista francés Fourier, bien conocido en Hungría. Este cuadro es de nuevo un intento de evasión, esta vez rumbo al cosmos. También aquí Madách va más allá de las grandes visiones de volar de los románticos, al formular — en boca del espíritu de la tierra — la tésis fundamental de la naturaleza terrestre de los problemas humanos: Tus sentimientos, tus pensamientos, sábelo no son más que destellos lanzados en tí por ese grumo que tú llamas la tierra y que, si algo en él cambiara, desaparecería, y tú mismo con él. 16